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Mostrando entradas de enero, 2018

BERTA ISLA (Javier Marías, 2017)

  José Miguel García de Fórmica-Corsi Javier Marías es uno de esos escritores que considera que la primera frase de una novela nunca puede parecer casual; bien al contrario, que debe definir un tono o actuar de motor argumental: en cualquier caso, no dejar indiferente al lector y estimular su interés desde el mismo comienzo. Berta Isla es buen ejemplo: «Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido…» . Ese hombre a quien se refiere es Tomás Nevinson, nacido y criado en España pero de padre inglés y con un completo dominio no solo de sus dos lenguas maternas sino de toda clase de idiomas y acentos, lo cual acabará revelándose una maldición. Reclutado en su juventud por los servicios secretos ingleses a causa de un turbio episodio sucedido durante sus estudios universitarios en Oxford, Tomás se casa con su novia de instituto, la Berta Isla del título, con la que tiene dos hijos, llevando siempre una doble vida de la cual su esposa apenas sabrá nunca nada, por

EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY (primera y tercera versión) (D. H. Lawrence, 1926/7 y 1928)

Benito Arias    Llego tarde a este clásico supuestamente erótico, al menos por lo que sugiere su famoso pleito (desgranado por Coetzee en Sobre la censura ), aunque su erotismo es bastante moderado a ojos de nuestro tiempo. Según el más reputado de los comentaristas de Lawrence, su vocación era limpiar el lenguaje con que hablamos del sexo (buen intento, F. R. Leavis); pero el lenguaje es siempre lenguaje sobre las cosas, así que en todo caso el propósito sería limpiar la forma de ver la sexualidad en su época, los años veinte, ya que Lawrence dio a la imprenta la novela en 1928, después de dos versiones preliminares. Una vez pasada la prohibición, es esta tercera y última versión la que suele leerse, por ejemplo en la edición que he usado de Alianza Editorial, con traducción de Francisco Torres Oliver.    El amante de Lady Chatterley es una buena novela, pero al parecer no se encuentra entre las obras mayores de Lawrence. El buen Leavis (y en general todos los que conocen su